viernes, 19 de septiembre de 2008

Hallan vinchucas que resisten los insecticidas en Chaco

Por primera vez en el Noreste de la Argentina, científicos encuentran focos de insectos transmisores del Mal de Chagas que resisten parcialmente el método de control habitual.

Por Cecilia Draghi

En las puertas de El Impenetrable, Chaco, la pobreza extrema abunda y persiste desde hace décadas, pero ahora se suma un nuevo desafío: el hallazgo de vinchucas resistentes a los insecticidas habituales, que antes las mataban en su casi totalidad y hoy no logran ser letales en la misma proporción. “Si bien han aparecido en dos o tres puntos del país, este es el primer foco con resistencia incipiente detectado en el Noreste de la Argentina, justo en el lugar más agudo de la endemia, -donde se registra la mayor transmisión de Mal de Chagas por el Triatoma infestans o vinchuca-, con lo cual tenemos un nuevo problema”, indica el doctor Ricardo Gürtler, director del Laboratorio de Eco-Epidemiología del Departamento de Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET.

Difíciles de matar resultaron algunos de estos insectos que en caso de estar infectados con el parásito Trypanosoma cruzi pueden transmitir la dolencia que ya afecta a dos millones de argentinos. “El uso permanente de insecticidas para controlar una determinada plaga puede traer aparejado el desarrollo de casos de resistencia. Esto está demostrado en numerosas especies de insectos como moscas o mosquitos, pero es un hecho relativamente reciente que ocurra en vinchucas”, explica la doctora María Inés Picollo, jefa de la división Entomología del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas CIPEIN (CITEFA-CONICET) e investigadora del CONICET. “Es más, hasta hace unos años se pensaba que por sus características biológicas este insecto no iba a desarrollar resistencia, y al final sucedió”, agrega Gastón Mougabure Cueto, del mismo centro al igual que la doctora. Claudia Vassena, quien puntualiza: “El insecticida aplicado pertenece a la familia de los piretroides, los más usados porque son efectivos y seguros para la salud humana, y habitualmente matan al 100 por ciento de la población a controlar”.

Sin embargo, en este caso los resultados en laboratorio fueron otros. “En los ensayos preliminares se registró entre un 30 a 70% de mortalidad de los insectos. Esto indica una población resistente al insecticida”, subraya Picollo. Estas muestras de vinchucas habían sido capturadas vivas por el grupo de Gürtler, antes de que los programas de control de vectores provincial y nacional realizaran las tareas de rociado en la localidad chaqueña de Pampa del Indio, con el fin de enviarlas para su análisis al CIPEIN. En tanto, el equipo de la UBA volvió a Chaco cuatro meses después de aplicarse el insecticida para evaluar el impacto de las acciones de control en unos 400 hogares rurales. “Encontramos muchas más viviendas reinfestadas que lo habitual”. Tras evaluar distintas posibilidades concluyeron que se trataba de un caso de resistencia. “Estos resultados de la UBA coincidieron con los del CIPEIN, que se realizaron en forma paralela”, remarca Gürtler.

En vez de entrar en pánico, ocuparse

¿Qué hacer ante este desafío? “Por un lado estamos estudiando qué mecanismos bioquímicos y fisiológicos de este insecto influyen en la resistencia para establecer una estrategia alternativa para este caso particular, que es distinto a otro registrado en Argentina y Bolivia”, compara Mougabure Cueto. Estos estudios demostrarán “si es posible el uso de otros insecticidas de la familia de los piretroides, o si hay que recurrir a otras opciones”, puntualiza Vassena.



Este foco de resistencia “no quiere decir que se propagará por todo el país. Lo importante es monitorear la situación y cuando se detecta resistencia a un insecticida, cambiarlo enseguida y armar un control alternativo”, advierte Picollo.

La idea es no perderle pisada a esta situación para evitar males mayores. Ambos equipos acordaron establecer una cooperación para investigar el problema en detalle. “Si no se controlaran estos focos, estas comunidades rurales se volverían a reinfestar en forma relativamente rápida y aumentaría el riesgo de contraer la enfermedad. En caso de no aplicarse el insecticida más adecuado se acelera el problema y puede aparecer un salto cualititativo de la resistencia en dos o tres años tal como ocurrió en Salta entre 1998 y 2002. Esto complica mucho el cuadro y aumenta los costos del control vectorial”, grafica Gürtler quien coincide en seguir de cerca la cuestión y actuar de inmediato sin caer en extremos. “Si bien la resistencia es un tema a tener en cuenta y no es la única causa de la reinfestación que observamos en terreno, tampoco debe ser motivo para caer en la inacción o en pánico. El problema es complejo no sólo por las características biológicas de la vinchuca sino por las condiciones socioeconómicas y ambientales en que ocurre la transmisión del Chagas en el Gran Chaco”, concluye.

                                                                                                                             
Entidades participantes
                                                                                                                             
Estas investigaciones realizadas en Pampa del Indio, Chaco, forman parte de un proyecto regional de investigación y control realizado en cooperación con la Fundación Mundo Sano, la Universidad de Emory y otras instituciones académicas, con el apoyo económico de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EEUU, el IDRC de Canadá y el TDR de la Organización Mundial de la Salud.

Cabe aclarar que el CIPEIN, cuenta con 20 años de experiencia en investigaciones sobre resistencia a insecticidas en insectos, financiado por Organización Mundial de la Salud y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica. Por último, el equipo de la UBA que había realizado las evaluaciones pre-rociado y supervisado las actividades rociado fue encabezado por los becarios doctorales Juan Manuel Gurevitz, Sol Gaspe y Leonardo Ceballos.
                                                                                                                           

Fuente: Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires