El consumo de hortalizas frescas viene mostrando un incremento en los últimos años debido a sus cualidades benéficas para la salud y la nutrición. Sin embargo, éstas a través de inadecuadas prácticas de producción pueden ser causantes de enfermedades por su contaminación, tanto químicas (insecticidas, fungicidas, etc.) como biológica (bacterias, virus, hongos, parásitos) que normalmente se llaman ETA’s (enfermedades transmitidas por alimentos).
Según el Ing. Agr. Mariano Salerno, de la Gerencia de Calidad y Capacitación; de la Fundación Argeninta, “la contaminación de un producto hortícola puede darse desde el momento que se inicia el cultivo hasta que llega a la mesa del consumidor, siendo en la etapa de producción donde pueden introducirse la mayoría de los peligros”. El especialista señaló que “las prácticas utilizadas en la producción de hortalizas no solo pueden ser causantes de contaminación del producto sino que pueden también afectar negativamente a las personas que trabajan en las explotaciones y al medioambiente”.
Como ejemplo de esto se puede mencionar el uso de agroquímicos, que si no se aplican responsablemente utilizando los equipos de protección, pueden causar intoxicaciones al personal que lo manipula. “El uso irresponsable de agroquímicos también afecta al medio ambiente ya que, por ejemplo, al aplicar dosis mayores a las recomendadas o en condiciones de clima inadecuadas, los químicos pueden pasar al ambiente causando efectos adversos en la flora del entorno y llegando a contaminar cursos de agua”, detalló Salerno.
La falta de control en las aplicaciones de productos químicos en producciones agrícolas y hortifrutícolas es evidente y ha generado perjuicios en la salud de las comunidades donde se desarrollan estas prácticas.
Protección de los más chicos
Inés Celina González es directora de la Escuela de la Familia Agrícola “Santa Lucía” de Corrientes, donde el 28 y 29 de mayo se realizó un curso sobre Buenas Prácticas en Agricultura Familiar junto a la Fundación Argeninta, en el marco de un convenio con la Federación de Institutos Agrotécnicos Privados de la República Argentina (FEDIAP).
“En la escuela trabajamos con una mirada de producción orgánica en todas las propuestas técnicas y el tema de la utilización de agroquímicos es una de los aspectos que más nos preocupan y movilizan”, afirmó. Y explicó que “en esta zona se hace horticultura industrial, sobre todo cultivo de tomate primicia y pimientos para el mercado central, bajo cobertura plástica, con muchísima utilización de agrotóxicos de los permitidos y de los otros también”. Por ello, el tema de buenas prácticas resulta central en la propuesta de esta escuela y se aborda desde diferentes actividades.
“Si bien no está comprobado, deducimos que muchos chicos de las áreas cercanas a los cultivos hortícolas industriales han mostrado un deterioro general en la salud que se manifiesta en diversas dolencias, es una situación difícil de abordar en la escuela porque muchos de los chicos o sus padres trabajan en estos establecimientos”, comentó González.
Este escenario ha provocado que varias instituciones públicas y privadas, preocupadas por la inocuidad y la sostenibilidad de la producción, hayan comenzado a promover conceptos e instrumentar programas sobre Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) Y Buenas Prácticas de manufactura (BPM) para disminuir los riesgos asociados a las producciones hortícolas.
Las BPA pueden definirse como todas aquellas prácticas en la producción primaria tendientes a prevenir la contaminación del producto, reduciendo el impacto sobre el medio ambiente y cuidando la salud y seguridad de los trabajadores. De manera más simple y acorde a lo que define la FAO las BPA no son más que hacer las cosas bien y dar garantía de ello.
Para el mercado exportador, sobre todo con destino a la Unión Europea, se les exige a los productores que cumplan con el protocolo GlobalGap, una iniciativa privada surgida desde el sector supermercadista. “En la Argentina el sector público viene trabajando en los últimos años promoviendo la adopción de BPA. Es así, por ejemplo, que a través de la Secretaría de Agricultura Ganadería, Pesca y Alimentos se está trabajando para que estas normas sean obligatorias a partir del 2010 en las producciones hortícolas de todo el país. Las mismas se incorporarán al Código Alimentario Argentino en forma de 14 principios básicos, según se estableció en el Acta 78 de la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL)”, anticipó Salerno.